La leyenda Camba del Toborochi

Este árbol es tan hermoso como su leyenda. En Santa Cruz se dice que hace mucho tiempo, cuando los dioses vivían en la tierra como personas, los espíritus (Aña) de la oscuridad abusaban mucho de los primeros guaraníes: asesinaban a los hombres y secuestraban a las mujeres.

En una pequeña aldea vivía una hermosa muchacha a la que llamaban Araverá «Destello en el cielo», hija del gran Cacique Ururutï Águila Blanco. Ella se había casado recientemente con el dios Colibrí (Chinu tumpa), y esperaba tener un hijo en muy poco tiempo, el mismo que se convertiría en el mejor Chamán (Paye) de la región, capaz de derrotar a todos los espíritus del mal.

Los Aña, al enterarse de la noticia, se propusieron matar sin miramiento a Araverá. Montados en sus caballos alados que lanzaban fuego por la boca, se dirigieron hacia la aldea; pero Araverá, percatándose oportunamente del peligro escapó volando hacia los últimos confines del universo en la sillita voladora que le había regalado su esposo Colibrí.

Los Aña la perseguían por todas partes, en el fondo de las aguas, debajo de la tierra y más allá de las estrellas. Cuando la sillita voladora ya no podía soportar por mucho tiempo el peso de Araverá y su pequeña criatura, descendieron a la tierra y se ocultaron dentro de un Toborochi (Samou), los Aña pasaron de largo y nunca pudieron encontrarlo. Ahí adentro, Araverá tuvo a su hijo. El niño creció y vengó la maldad de los Aña, pero su madre se quedó en la barriga del Samou hasta hoy.

Cuenta la leyenda que de vez en cuando sale afuera convertida en una hermosa flor para que los colibríes vengan a disfrutar de su néctar.

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