Seminario Internacional de Arquitectura y del Congreso Nacional de Arquitectos de Bolivia

La arquitecta argentina Stella Maris Casal, especialista en conservación del patrimonio, llegó a  nuestra ciudad para compartir su experiencia en el marco del , que se inició ayer y culminará mañana. Casal es docente investigadora en las universidades de Buenos Aires y de Belgrano.

¿Qué temática abordará en este evento?

En esta ocasión hablaré sobre mi preocupación y actividad que desarrollo, que es entrenar a los nuevos arquitectos en el proyecto de preservar los edificios que ya existen y que tienen valor y que las obras nuevas que se incorporan sigan ciertos principios de respeto a lo existente. Hay que aportar nuevas ideas, mostrar el nuevo tiempo, el siglo XXI, pero siendo respetuosos con lo que ya existe, ya que esto les da su propia identidad a las ciudades.

Sabemos que recorrió el centro histórico cruceño, ¿qué impresión recogió en esta visita?

Hice una visita muy breve por los alrededores de la plaza central y me pareció un patrimonio sumamente interesante y original, y creo que esta ciudad tiene todas las posibilidades de proyectarse a través de esa imagen. Digo esto porque antes de venir busqué imágenes de Santa Cruz de la Sierra y lo que vi fue una impronta aérea, es decir, que la ciudad ha crecido en anillos, pero no tenía imágenes de los edificios y casas fundacionales.

Hoy hablamos de un mundo globalizado y para que sea globalizado debe tener  puntos de interés distintos, un mundo globalizado no puede ser uniformado. Debemos tener acceso a través de la comunicación, los viajes y la tecnología,  a conocer culturas e identidades distintas que enriquecen al mundo globalizado. Ese es el objetivo.

En esta ciudad el mayor incentivo que recibe el propietario para preservar un edificio histórico es el descuento en los impuestos…

En otros países las experiencias son más o menos parecidas. Sin embargo, para lograr este objetivo se necesita tiempo y educación. Hay que entender que ningún incentivo va a hacer que alguien mantenga algo que no quiere, pero para quererlo primero hay que conocerlo.

Cuando conocemos algo, lo queremos y, cuando lo queremos, lo cuidamos. De esta forma buscamos la manera de mantenerlo, ya sea a través de incentivos municipales, de la inversión pública o de la inversión privada. Ha pasado en muchos lugares que, a pesar de los incentivos, en cuanto decían que algo iba a ser declarado de valor la gente lo tiraba porque no quieren tener restricciones a su dominio.

En Santa Cruz pasa algo similar…

Bueno, esto evidencia que hay que empezar a hacer una tarea de base, que es enseñarle a la comunidad cuáles son los valores de esos lugares, por qué eso los identifica y por qué tienen que sentirse orgullosos de que eso los haga único. Hay que cultivar el sentido de pertenencia, el sentido de que el valor de los lugares no está en la arquitectura de última generación, sino en que es nuestro y en que uno no siente ningún otro lugar para decir esta es mi casa, mi patria. He viajado mucho y sigo diciendo casa es una y no es porque sea perfecta, sino porque tiene todas las memorias y todas las evoluciones de mi vida. Entonces, la primera tarea es enseñar a todos, desde los más chiquititos que, así como hay que honrar a los ancianos, hay respetar nuestro edificios históricos. Los edificios históricos son la gente mayor de una ciudad y son tan necesarios como la gente joven.

Todo esto dará lugar a que la iniciativa de preservación saldrá de la misma comunidad. La gente dirá a las autoridades municipales queremos que este edificio se preserve, ustedes cómo nos pueden ayudar. No es al revés, no es diciendo ustedes deben mantenerlo porque es histórico y entonces el propietario no sabe porqué si lo único que le trae ese edificio es problemas, pues debe lidiar con las goteras en el techo o con los insectos en las juntas de paredes.

 ¿Hay que cambiar los usos de los edificios o mantenerlos?

La vida de la ciudades cambian, las funcionalidades de los edificios cambian con el tiempo, entonces la alternativa es adaptarlos. Hay lugares donde la gente ya no quiere vivir, como  es el caso del centro, porque hay muchas actividades administrativas, pero la gente sí quiere ir allí a comprar o a ver un espectáculo. Entonces creo que los edificios resisten esos cambios, pero hechos con respeto. el deber

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